lunes, 17 de diciembre de 2012

Quema de Libros, actualizada a la Era Digital

Traducción del post de Peter Fleischer 20121114


Hoy en día somos mucho más ilustrados que las predecesoras Generaciones de Quema de Libros, ¿verdad? La quema de libros tiene una larga e ignominiosa historia. La historia también nos enseña que los quema-libros por lo general acaban siendo quemados ellos mismos.

 Pensemos en Savanarola en 1497, en la famosa Hoguera de las Vanidades, donde se quemaban libros y objetos que se consideraba que eran tentaciones para pecar. Dos años más tarde el propio Savanarola fue quemado en la hoguera.

Pensemos en los Nazis en 1933, quemando libros “anti-alemanes. Doce años más tarde dejaron ardiendo a Alemania, junto con gran parte de Europa.

La quema de libros nos ha acompañado en todas las épocas. Se quemaban libros para proteger la fe, o para proteger a la nación, o para proteger al régimen. Ahora, para proteger la “privacidad”, Europa está creando un “Derecho al Olvido” malamente definido, malamente concebido; sobre el que he posteado anteriormente.  ¿Estamos volviendo a encender la larga tradición de la quema de libros?

En la era digital, no quemamos libros físicos. En vez de eso borramos datos.

El Derecho al Olvido es más pernicioso que la quema de libros. El Derecho al Olvido trata de dar a los individuos los derechos legales para obliterar[1] elementos que no le gusten de sus datos personales, publicados en fuentes terceras, ya sean sitios de redes sociales, o periódicos, o libros, o archivos online. En el mundo real, esto pueden ser cosas como un informe de que un político aceptó un soborno. O que un médico fue juzgado por una mala práctica médica. O una persona que solicita suspensión de pagos. Puedes ver fácilmente que la persona en cuestión puede tener un interés en obliterar cualquier referencia a estos hechos embarazosos, al tiempo que otras personas puede que tengan un interés muy legítimo en conocerlos.

Históricamente la quema de libros era por lo general un acto simbólico, de protesta política. Ningún quema-libros tuvo la ilusión de destruir el texto de un libro que se estuviera quemando. Solo se quemaba la copia física del texto. El texto sobreviviría en alguna otra parte. Pero el Derecho al Olvido está intentando obliterar el texto, la fuente, los propios hechos, y no meramente alguna copia de esos hechos que circulen en un libro físico o periódico o sitio de Internet.

Borrar datos en nombre del “Derecho al Olvido” es solo la punta del iceberg de la ideología de privacidad. Uno de los principios centrales de esta ideología es que todos los datos personales deberían ser borrados en cuanto “ya no sean necesarios”. Esta ideología está basada en el temor de que cualquier dato personal pudiera ser mal empleado para invadir la privacidad de alguien; y que el riesgo de una invasión de privacidad debería inclinar la balanza automáticamente frente a cualesquiera beneficios potenciales del retener los datos. Esta es una ideología profundamente pesimista, que concluye que retener los datos puede dar lugar a riesgos futuros y a beneficios futuros, pero puesto que todavía no conocemos cuáles son, debemos actuar por defecto borrando los datos para prevenir los riesgos, en vez de retenerlos para posibilitar los beneficios.

Como podría decir Savanarola, en un arranque de demagogia de borrado de datos, quememos todas esas “vanidades”, esas bases de datos de datos personales, que no son sino tentaciones para pecar contra la privacidad de alguien. Pero lo opuesto podría revelarse cierto: que estas vanidades son bases de datos de gran valor y belleza, y que algún día aprenderemos que sería un pecado obliterarlas. Se cree que Botticelli quemó algunas de sus pinturas, cuando fue arrollado por la fiebre Savanarolista. Pocos años después Botticelli renunció a la cosmovisión de Savanarola.

Yo puedo entender que las bases de datos deberían estar protegidas, aseguradas, analizadas de manera responsable, sí, pero... ¿obliteradas? ¿Sólo porque algo podría salir mal? Si adoptasemos ese enfoque en el resto de nuestras vidas, ¿qué quedaría? Es extraño que esta filosofía pesimista y destructiva sobre el borrado de datos haya llegado a convertirse en sabiduría convencional, al menos en Europa. Bueno, de momento. A largo plazo, la quema de libros nunca ha sido una estrategia ganadora. Si crees que nuestra época está más ilustrada que la eras anteriores de quema-libros, ¿por qué piensas que quemar libros en nombre de la privacidad es más legítimo que quemar libros en nombre de la raza, la religión o el régimen?

o0o


[1] obliterar: (Del lat. oblitterāre, olvidar, borrar). 1. tr. Anular, tachar, borrar.

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