martes, 4 de septiembre de 2012

Arcoiris en Ravello: ¿Tecnocracia o Democracia?

El Consejero Global de Privacidad de Google, con su visión planetaria de la protección de datos, pone el dedo en la llaga del devenir político europeo.

Traducción libre del post de Peter Fleischer 20120815

 Al igual que a la élite europea desde hace siglos, a mí me encanta el verano en Ravello. La civilización ha florecido en estas cautivadoras colinas desde hace milenios. La democracia ha imperado aquí durante sólo breves interludios. Por cierto, que la moderna Italia ha desistido de tener un Primer Ministro elegido, y en su lugar a designado como líder a un (respetado) tecnócrata. El "déficit democrático" en Europa está bien documentado. Cuando las cosas se ponen duras en Europa, bueno, ¿volvemos la espalda a la democracia? Virtualmente toda la legislación de nivel europeo está redactada por los tecnócratas inelectos de la Comisión Europea basados en Bruselas. (Tengo un profundo respeto por la inteligencia y profesionalidad del equipo humano de la Comisión, así que mis comentarios son institucionales, más que individuales). Lo que es cierto para prácticamente toda la legislación europea es también cierto para la protección de datos. La actual propuesta europea de revisar la Protección de Datos Europea es una gesta tecnocrática.

La Comisión ha escogido el enfoque de un Reglamento (ley directamente aplicable) en vez del enfoque de una Directiva (la ley anterior era una Directiva, lo que deja margen para que los parlamentos nacionales realicen adaptaciones). Hay pros y contras en el enfoque del Reglamento. La mayor ventaja es que dará lugar a leyes de privacidad uniformes, plenamente armonizadas a lo largo y ancho de Europa. Por eso a las empresas les encanta: es más fácil cumplir con un único juego de reglas, en vez de con docenas de reglas (ligeramente distintas). La mayor desventaja es que un reglamento no deja margen para que los parlamentos nacionales introduzcan sus propias opciones democráticas y legitimidad a las leyes de privacidad en Europa.

La Privacidad es el producto de la cultura y de la historia, y naturalmente, las actitudes hacia la privacidad varían ampliamente en toda Europa, dada la enorme diferencia cultural y las experiencias históricas. Incluso países vecinos, como Alemania y Dinamarca, tienen muy distintas visiones de la privacidad, dadas sus diferentes historias y culturas. Dada la historia de Alemania, esperamos que los alemanes sean particularmente sensibles a los temas de privacidad. Pero ¿deben los puntos de vista alemanes sobre la privacidad, basados en la traumática historia alemana, o los puntos de vista franceses sobre el Estado-dirigismo, basados en siglos de un Estado centralizado todopoderoso, dictar las leyes de privacidad en un país como Gran Bretaña que ha sido una democracia parlamentaria estable desde hace siglos? La mitad de los Estados Miembros de la Unión Europea son democracias de primera generación. ¿Vale una talla para todos?

Las decisiones más duras en las leyes de privacidad son profundamente políticas. Por ejemplo, ¿qué coste estamos dispuestos a imponerle a las empresas para mejorar el cumplimiento de la privacidad? Esto es una clara negociación política: ¿Cuánta burocracia, como las evaluaciones de impacto de privacidad, los nombramientos obligatorios de Delegados de Protección de Datos, etc., son suficiente antes de que los costes se hagan demasiado gravosos para las empresas europeas, en particular las PYMEs? ¿Donde trazas la línea entre la libertad de expresión y el “derecho al olvido”? ¿Dónde la línea entre la privacidad de los ciudadanos y la inspección gubernamental? ¿Cuánta flexibilidad tienen que incluir las leyes para reflejar las diferencias culturales y regulatorias entre los países de Europa? ¿Es un Reglamento el instrumento adecuado en interés de la armonización, o es democrática la flexibilidad de una Directiva? ¿Cómo de altas deben fijarse las multas por errores de cumplimiento en el manejo de datos (lo bastante altas para castigar/disuadir, pero no tan altas que congelen la innovación europea y la asunción de riesgos)? Todos estos temas son profundamente políticos. Tengo mis ideas, y la inelecta Comisión tiene sus ideas, y las inelectas agencias de protección de datos tienen sus ideas, pero... ¿qué es lo que piensan los políticos europeos elegidos?

Ha habido muy poco debate político en Europa sobre cómo hay que actualizar las leyes de privacidad para el mundo moderno. Los tecnócratas de la Comisión Europea ya han tenido su turno de voz, y naturalmente están recelosos de ver que su cuidadoso paquete de compromisos de privacidad se reabran en un enfollonado debate democrático en el Parlamento Europeo, o en cualquier otra parte. La democracia vaya si es enfollonada, pero como dice el dicho: más vale lo bueno conocido que lo malo por conocer.

La “Privacidad” es un tema democrático y profundamente político. Es demasiado precioso para dejarle a los tecnócratas todas las difíciles decisiones sobre privacidad. La Privacidad necesita y merece un debate democrático y político. Quizás todo esto sea parte de un mucho más grande déficit democrático en Europa. Estamos en una senda de “resolver” la crisis del Euro mediante transferir todavía más poder desde los líderes nacionales elegidos a los inelectos tecnócratas de Bruselas. Sin embargo, confío que veamos un vibrante debate en el Parlamento Europeo sobre protección de datos. Las leyes de privacidad precisan de legitimación democrática. En todo caso, eso es lo que nosotros, la élite europea, estamos debatiendo, entre tragos de Campari, sobre la costa de Amalfi.

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